El pasado 15 de noviembre se realizó en la ciudad de Bella Unión el tercer encuentro del proceso realizado por Sinae, en el marco del proyecto Desarrollando Ciudades Resilientes 2030 (MCR2030). Se trata de una iniciativa de nivel global que es impulsada por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) y busca promover el desarrollo de ciudades inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles de aquí a 2030, mediante la incidencia política, el intercambio de conocimientos y experiencias y el establecimiento de redes.
La iniciativa pone a disposición de los municipios participantes una hoja de ruta para la resiliencia urbana, facilitando el acceso al conocimiento, las herramientas de diagnóstico, monitoreo y reporte. Las ciudades cuentan con orientación y apoyo para mejorar su comprensión sobre la reducción de riesgos y la resiliencia, mejorar la planificación estratégica y ejecutar acciones hacia un desarrollo urbano sostenible.
En Uruguay, se implementa de forma conjunta entre el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae), la oficina de Descentralización y Cohesión Social de la OPP (Oficina de Planeamiento y Presupuesto), y los municipios de Bella Unión de Artigas, Nueva Helvecia de Colonia, Guichón de Paysandú, Young de Río Negro, Minas de Corrales, Tranqueras y Vichadero de Rivera, La Paloma de Rocha, Mataojo y Villa Constitución de Salto y Ciudad del Plata de San José.
En una primera etapa, se incentivó la consolidación de los Centros Coordinadores de Emergencias Locales (Cecoel).
Actualmente se está trabajando con la “Herramienta de auto-evaluación para la resiliencia frente a desastres a nivel local”.
Próximamente los municipios involucrados iniciarán un proceso de planificación para luego implementar diferentes estrategias.
Desde el proyecto Adaptación al Cambio Climático se prevé apoyar el proceso de planificación y consolidación del CECOEL local con la implementación del ciclo de talleres sobre percepción del riesgo, que mediado de algunas herramientas se proponen favorecer el conocimiento del riesgo y su gestión, den lugar a un proceso de concienciación sobre la construcción social del mismo, incluído el cambio climático, y habiliten la definición de algunas líneas de acción para mejorar las condiciones de la gestión integral del riesgo (prospectiva – correctiva – compensatoria), particularmente la gestión compensatoria, mediante medidas que mejoren la resiliencia y la adaptación.